MUSEO LÁZARO GALDIANO (Madrid)

Entre el 17 de noviembre de 2017 y el pasado 28 de enero del presente año, el Museo Lázaro Galdiano presentó por primera vez se presenta la colección completa de pintura flamenca de los siglos XV y XVI.  La muestra permitió al público conocer la mayor colección de los primitivos flamencos reunida por un coleccionista privado en nuestro país.

El recorrido incluyó más de sesenta obras, entre las que  destacan Meditaciones de San Juan Bautista del Bosco; El Descendimiento de Quentin Metsys, atribuido con anterioridad al Maestro de la Santa Sangre; las cinco obras del Maestro de las Medias Figuras Femeninas, del que José Lázaro Galdiano se convirtió en el “primer coleccionista sistemático”; la Adoración de los Magos de Jan van Dornicke; o el Paisaje con los peregrinos de Emaús de Lucas Gassel, una magnífica obra que destaca por la minuciosidad en la ejecución del paisaje.

 Comisariada por Didier Martens, profesor de la Universidad Libre de Bruselas y de Amparo López, conservadora jefe del Museo, el espectador pudo contemplar el conjunto de tablas flamencas reunidas por José Lázaro y su esposa Paula Florido durante los treinta primeros años del siglo XX. Una colección sin parangón entre los coleccionistas españoles tanto por su calidad como por su cantidad. La colección es sistemática, variada y posee obras excepcionales.

La pintura flamenca de los siglos XV y XVI es profundamente innovadora. Introdujo, por ejemplo, el uso generalizado de la pintura al óleo sobre tablas preparadas con creta, y también, cambios en la relación entre el artista y su clientela. Los pintores dejaron de trabajar solo para la Iglesia y la alta nobleza y, a partir del siglo XIV, lo hicieron también para una importante burguesía emergente afincada en las ciudades. Este grupo social se convirtió en su principal cliente: ávido de imágenes para la devoción privada, demandaba una pintura religiosa intimista destinada a remover las conciencias.

SEGUIDOR DEL BOSCO – La Coronaxión de Espinas o Injurias a Cristo .1516 – Óleo sobre tabla

En este sentido se crearon composiciones utilizadas como patrón a partir de las cuales producían diferentes variantes, copias y réplicas en función de su éxito comercial.

Los artistas se agrupaban en talleres, en los que existía un importante nivel de especialización. Su labor se regulaba a través de una institución de carácter ciudadano llamada Gilda (gremio). Para poder ser miembro de la misma un pintor debía no solo demostrar su pericia, sino también su condición de ciudadano, burgués, de la villa en cuestión. Esta organización de raíces ciudadanas produjo también diferencias estilísticas asociadas a los grandes maestros que trabajaban en ellas. De este modo, se distingue la influencia de Van Orley en Bruselas, las de Hans Memling y Gerard David en Brujas o la de Quentin Metsys en Amberes. En esta muestra nos proponemos hacer palpable este carácter ciudadano de la pintura flamenca, y por ello hemos agrupado las obras según la ciudad en la que se crearon, destacando la influencia de los artistas mencionados.