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EL QUADERN ROBAT (Barcelona)

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Que una galería de arte, por pequeña que sea, titule una exposición aniversario: Cinco años en las trincheras, es suficientemente significativo de las vicisitudes del sector, que sigue recordando los tiempos gloriosos en que los medios de comunicación generalistas, consideraba al mismo no sólo como expertos en arte, sino como los introductores de las tendencias más vanguardistas, o los conservadores del arte de épocas pasadas.

Cinc anys a les trinxeres de lucha titánica contra elementos como los cambios sociales, el intervencionismo del estado en materia de arte, un pésimo sistema educativo en favor de las tecnologías y en detrimento de las humanidades, y la pérdida del favor de periódicos y revistas, quienes consideran una galería de arte como un negocio más, en un contexto político y económico incierto, dentro de una sociedad compleja, en la que la mayoría de los ciudadanos trabaja para pagar (impuestos, alimentos, gastos imprevistos y un largo etc.), y como la canción de Julio Iglesias, pero en otro sentido “me olvidé de vivir”.

El Quadern Robat - Vista de la exposición Cinc Anys a les Trinxeres

Ana Belsa, titular del Quadern Robat, apostó por su pequeña galería, situada en un principal, y por artistas catalanes – una opción como otra cualquiera - a los que conoce personalmente, con los que ha establecido vínculos de cercanía, y de los que puede seleccionar obra y presentarla con convencimiento de causa, y totalmente apta para su presupuesto.

Jordi Casañas, Joan Furriols, Jesús Galdón, Martí Gasull Avellán, Martí Gasull Coral, Oriol Jolonch, Salvador Juanpere, Elena Kervinen, Jordi Lafon, Jordi Martoranno, Jorge R. Pombo y David Ymbernon, por riguroso orden alfabético, configuran un universo variopinto entre el óleo, la fotografía, pequeñas instalaciones y la escultura.

El Quadern Robat - Vista general de la exposición Cinc Anys a les Trinxeres - Al fondo, fotografía de Oriol Jolonch, a continuación, obra de JOrge R. Pombo y en primer término la escultura de Salvador Juanpere

Artistas de calidad, con inventiva e imaginación, lamentablemente sin cotización de mercado, a excepción de Jorge R. Pombo, que propugnan un concepto del arte sin sometimiento a la comercialidad ni a una función exclusivamente decorativa, y que luchan por hacerse un hueco entre los cada vez más escasos compradores y coleccionistas, demasiado seducidos por las salas de subastas, online y presenciales, que hunden el mercado, y a sí mismas, y para las que en su gran mayoría, todo vale.

Jesús Galdón - No dir res - (2006) - acero inoxidable pálido

Todavía prevalece en demasía el concepto de arte como inversión – cuando éste sólo pude aplicarse a la Bolsa o a proyectos muy específicos – y la decepción de muchos poseedores de arte, que observan descorazonados como su apuesta mobiliaria – algo que el sector supo aprovechar denodadamente, sin predecir por su imposibilidad, la caída que ha sufrido – se ha visto relegada a unos cientos de euros, cuando pagaron miles.

No obstante, recordemos la frase de Leonardo da Vinci, del que en este 2019 se cumplen los 400 años de su fallecimiento, algo que los grandes museos se ocupan de publicitar oportunamente, con fines más crematísticos que humanísticos: El arte eleva el espíritu humano, sublima sus emociones básicas y cultiva el sentir de ser más sensibles a las cosas buenas de la vida…

Jordi Casañas - Metamorfòpsia I (2018) - IMpressió digital

Por lo tanto, dentro de una exposición perfectamente equilibrada, y en la que el buen gusto se hace notar, hasta tal punto que las obras exhibidas podrían formar parte de una pequeña colección, o decorar todas ellas las paredes y entorno de un espacio concreto, para quienes visiten El Quadern Robat y sus “Cinc anys a les trinxeres”, una sugerencia: déjense seducir por Jordi Casañas por ese instante único de captar  el reflejo en un automóvil del paisaje arbolado, sucumban a la recreación metafísica de las singulares constelaciones de Joan Furriols, quien opta por un espacio interestelar, dentro del entorno más estricto de una sala de arte, contémplense a si mismos en la filacteria-espejo de Jesús Galdón, una realidad beligerante por parte del artista hacia el ser humano, a quien obliga a enfrentarse a sí mismo.

De izquierda a derecha: Martí Gasull Avellán y Martí Gasull Coral - Impresión digital (2016) y Positivado en 1950 sobre papel baritat respectivamente

Claudiquen ante el tándem padre e hijo: Martí Gasull Coral y Martí Gasull Avellán, ambos fotógrafos, el segundo rindiendo homenaje a su padre con esa imagen contemplativa de la grandeza del paisaje, mientras el primero supo captar la magia de las gotas de lluvia en el cristal de una ventana, una imagen que imprime nostalgia. En contraposición, Oriol Jolonch, corrosivamente imaginativo, gracias a la tecnología, imprime un carácter crítico a su obra: un carrusel en el que estamos todos metidos, y sin haber sido invitados. Un montaje críptico, sin duda, y que siempre invita a la reflexión.

Elena Kervinen - Viure la bellesa - Punta de oro, Lápiz, y lápiz de color sobre mármol

No hay que olvidar a un arrebatador Salvador Juanpere se inspira en otro escultor: Constantin Brâncuși, y a través de una musa dormida, recrea al espectador en formas puras y elementales que rozan lo espiritual, con la inestimable colaboración de un poema de Baudelaire. Subyugante Elena Kervinen con esos pedazos rotos, esos simbólicos fragmentos de nuestra vida, hechos añicos, pero que también dan significado a lo que nos falta, y a la que ha titulado “Viure la Bellesa ”(Vivir la belleza). Puede resultar contradictorio, pero las cosas bellas son tremendamente subjetivas.

David-Ymbernon Trencaclosques-2006-63x83x15cm

Intrigante Jordi Lafon con su “Massa soroll (demasiado ruido)”, una pieza equilibrada, extraña realizada con materiales encontrados por doquier y nueces pintadas en dorado, y en la que reivindica el silencio, entre demasiadas nueces, que nos confunden y manipulan.

Jordi Marturanno, Jorge R. Pombo y David Ymbernon terminan esta particular exposición en las trincheras, dentro de un orden, en este caso alfabético, aunque el entorno “belico” tenga poco que ver con la peculiar colocación. El primero a través de la geometría, busca la disposición que la misma ofrece, en un contexto social terriblemente desordenado. El segundo, a través de una obra totalmente nebulosa, nos indica el caos de una ciudad emblemática y finalmente Ymbernon, dentro de su peculiar sentido del humor, no puede evitar pone en cuestión la libertad real del individuo. Como dijo Lennin: “Libertar, ¿para qué? El artista no responde directamente porque todo tiene un código y unas reglas.

Un conjunto de piezas con mensaje, que invitan a la reflexión y el análisis, donde no hay indiferencias, aunque provoquen perplejidades.

El Quadern Robat
C/ Corsega, 267-Pral.2b
Barcelona

www.elquadernrobat.com

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