MARIANO ANDREU
Un merecido reconocimiento
Primera exposición, en muchos años, de la obra de Mariano Andreu. Non son grandes lienzos, ni obras famosas. Son trabajos para escenografía y figurines de teatro, con algún grabado que en absoluto deben menospreciarse, ya que algunas vieron la realidad en los escenarios.
Son piezas llenas de encanto, pero también de una realización a conciencia, con pulso firme, buen dominio de la perspectiva, delicadeza y a la vez vehemencia en el color de un maestro absolutamente desconocido, incluso en la ciudad que le vio nacer, Mataró (1888), que en su momento le dedicó una calle como a Fortuny, Madrazo o Picasso, pero que jamás ha mostrado el más mínimo interés por este mataronés universal, más conocido fuera de nuestras fronteras que en su propio país.
Al ser lamentablemente, en la actualidad un gran ignorado para el gran público, - sólo recientemente el MNAC ha adquirido una de sus obras, "Jeunes filles au balcon" (1924) - relatar algunos datos biográficos se hace imprescindible en esta crítica.
Fallecido en Biarritz, en 1976, Mariano Andreu Estany fue pintor, dibujante, esmaltador, escultor y escenógrafo. La ciudad de la luz pronto llamó la atención de un joven Andreu, pintando en el París de la bohemia, dominado por la Belle Époque, el ambiente de Montmatre y las obras de Toulouse Lautrec y amigos, bodegones y retratos femeninos.
Expuso en el Salón de les Arts i els Artistes de Barcelona en 1916, y en 1934 tuvo ocasión de presentar obra en la Sala Parés.
La muestra se acompaña de un extraordinario, extenso y detallado catálogo realizado por Esther García-Portugués, en el que se recogen más de 1.100 obras, y según destacó la autora en la rueda de prensa de presentación del volumen: en la obra de Mariano Andreu se aprecia una evolución estética que, desde un novecentismo inicial pasa por un clasicismo estilizado en el que incorpora la faceta cubista y el mundo imaginario surrealista.
La historiadora del arte detecta además la influencia de los grandes maestros del renacimiento y el barroco, entre ellos El Greco, siempre con el toque elegante y refinado que le caracterizaba.
No vamos desde Cuadros de una Exposición.es a refutar las palabras de quien ha realizado durante años una labor de búsqueda y catalogación a conciencia, sino añadir, en base a la muestra visitada, que ese imaginario surrealista dispone también de referencias de Giorgio De Chirico
Al igual que en muchos de los trabajos de De Chirico, reina en la obra de Andreu un espíritu clásico una formación humanística elevada, que nos recuerda al Renacimiento, incapaz de despertar o resucitar un universo en defunción, del cual, en lo referente a sus edificaciones o escenografías, sólo quedan en pie unos edificios que resultan deshabitados. Una obra que ofrece un cierto cosmos enigmático, en constante interrogante y reflejo de la desolación. No hay personajes en esas piezas, sino visibles construcciones de soledades intransigentes.
El contraste son sus figuraciones. Esos personajes directa e indirectamente relacionados con de la Commedia dell’arte, cuyas extravagantes posturas y rostros grotescos invitan al espectador a adentrarse en oníricos mundos donde sueño y realidad se entremezclan. Esa clara intencionalidad de entretener y concienciar a partes iguales mediante la aguda crítica social, puede apreciarse incluso en la pieza Groupe de Vendages. No obstante, el idealismo y la sublimación de la belleza inspirado en las formas griegas clásicas de su obra Baignuses en Provence, recuerda el famoso Bosque Sagrado de Pierre Puvis de Chavannes que a principios de año pudo contemplarse en el Caixaforum de Barcelona bajo el marco de la muestra: “Toulouse Lautrec y el espíritu de Montmatre”.
Aunque, por supuesto, el tema de las "bagneuses" fue ampliamente tratado por muchos artistas, especialmente por impresionistas como Renoir.
En conclusión, puede decirse que el espectador contempla una muestra de guaches, dibujos y un óleo, curiosa e interesante, y en la que puede apreciarse como las influencias artísticas de la época fueron perfectamente captadas por Mariano Andreu, que las puso en práctica y vivió el momento oportuno, gozando del respeto y prestigio del mismo.
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