IMAGEN Y SONIDO EN CONTRASTE Y EQUILIBRIO
En el siglo XXI, y ya prácticamente a finales del XX, el concepto de exposición ha sufrido enormes cambios. Si bien se sigue manteniendo el espacio galerístico con la exhibición de obra pictórica o escultórica, con respecto al arte contemporáneo, y más en grandes instituciones museísticas, éstas permiten que un artista desarrolle un potencial enorme, evidentemente no enfocado a la venta, pero si a la difusión y prestigio de su obra.
Cuando el pasado mes de agosto visité la muestra de Christian Marclay en el MACBA, (Museu d’Art Contemporani de Barcelona) apenas disponía de datos, puesto que precisamente a través de este tipo de exposiciones-instalaciones es cuando entro en conocimiento de otra variante del arte contemporáneo.
Christian Marclay, nacido en Suiza en 1955, y actualmente residente en Nueva York, es un artista visual y compositor a quien le gusta explorar y experimentar con los esquemas o símbolos del lenguaje, conectando o mejor interconectando la fotografía, el video y el cine con el sonido.
Todos estos elementos forman parte de la desmedida intercomunicación y a la vez aislamiento en el que vive el ser humano occidental y urbanita.
Tal como indica la nota de prensa: esta exposición presenta algunas de sus instalaciones audiovisuales más recientes, junto a una selección de piezas más tempranas, y efectivamente, el visitante, debe abrir mucho la mente y la mirada para captar a un artista que sabe moverse en la complejidad para presentar de las tecnologías, sin obviar la interrelación con la cultura popular y técnicas ya superadas.
Fascinante resulta su Video Quartet una mezcla de diferentes cortes de películas o documentales en los que, si bien la imagen sigue un orden, el sonido se superpone siempre, lo que da lugar a una extraña y críptica en el que el collage cinematográfico-sonoro abre posibilidades infinitas, hasta llegar a una enigmática y atractiva abstracción.
El sonido transformado en lectura puede apreciarse en todas las paredes de la exposición-instalación, con un texto en una sólo línea que recorre las paredes, y que sinuosamente, sin que el visitante lo aprecie en exceso, permite comprender esa compaginación de imagen y cadencia, la cual facilita al espectador a través de la instalación Chalkboard, realizada en 2010, en la que una enorme pizarra semicircular en formato de pentagrama, permite al espectador escribir música… si se conoce que es una redonda, blanca, negra, corchea, o semicorchea o mínimas nociones de música.
Las percusiones publicitarias en palabras impactantes proporcionan a Marclay una curiosa forma de composición musical entre imágenes proyectadas en una pantalla, y las que pueden verse en una vitrina. Estamos hablando de Zoom zoom del año 2007. Todo es publicidad, liminal y subliminal, a través de vivos colores, palabras agresivas, más bien, onomatopeyas e imágenes visualmente impactantes, formando todo ello una extraña forma de expresión musical, que en absoluto desentona, ya que el espectador actual está demasiado acostumbrado al lenguaje publicitario actual.
Otro de los capítulos interesantes de esta exposición-instalación son las Action-painting en la que, a base, también, de onomatopeyas y su explosiva plasmación en color, a través de una serie de serigrafías y acrílicos sobre lienzo. Unas obras de gran impacto visual, cargadas de fuerza expresiva, siendo su soporte un lenguaje publicitario que con grandes referencias al Pop Art.
Christian Marclay también es DJ, y si bien dentro de una edad madura, su concepto del Disk Jockey queda perfectamente expresado en Imaginary Records, donde sigue con ese vivo estallido de color ya citado en su apartado “Action-Painting”, pero a través de la manipulación y creación de portadas de discos de vinilos, re-imaginando el contenido de los mismos, tal como indica la cartela adjunta.
El conjunto no difiere mucho del mencionado anteriormente, pero se expresa de forma absolutamente libre, combinando abstracción y figuración, especialmente de objetos cuya concepción posee una potente base surrealista.
La instalación era mucho más amplia, y esa fijación de sonidos e imágenes quedaba expresada en formas que podían recordar a los caligramas de Apollinaire, o las diversas fotografías con bocas abiertas que forman el conjunto Chorus de 1988.
En conclusión puede decirse que el visitante con mente abierta, y que valora la creatividad en cualquiera de sus formatos, siempre que se mueva dentro de un contexto de nivel, encontró una muy interesante retrospectiva dedicada a Christian
Marclay, muy desconocido para el gran público, con un concepto atractivo y radicalmente contemporáneo, que presenta un análisis curioso del comportamiento humano, en base a sonidos, imágenes y onomatopeyas, en la que describe una sociedad manipulada por la publicidad y los medios de comunicación, en la que cada vez los signos y símbolos actúan con mayor poder sobre las palabras.
MACBA
Plaça dels Àngels, 1
Barcelona